"Mariano Rajoy y Luis deGuindos
se mostraban muy ufanos ante la candidatura del segundo a la
vicepresidencia del Banco Central Europeo (BCE), hasta que apareció por
arte de magia la propuesta alternativa de Philip Lane,
el actual gobernador del Banco Central de Irlanda.
Si se analizara sólo
el currículum vitae de cada uno de ellos no hay color. El puesto
hubiese sido para el irlandés. La hoja de servicios de Lane es
intachable, simplemente excepcional, pero ya no solo respecto a la de De
Guindos, sino en confrontación con la de la inmensa mayoría de los
miembros actuales del BCE.
Otra cosa son los tejemanejes políticos que
hay detrás de las distintas candidaturas. Cuando ustedes lean estas
líneas ya conocerán quien ha sido el candidato elegido, pero permítanme
analizar desde distintas aristas geoestratégicas qué hay detrás de la
candidatura de Guindos.
En primer lugar, y aunque nos duela,
debemos poner encima de la mesa un hecho irrefutable: la irrelevancia de
España en el tablero internacional. (...)
Pero hay todavía una sensación más descorazonadora, la
falta de un relato de pasión e ilusión en la defensa de los intereses de
nuestro país. Es en este contexto donde debemos encuadrar, en primer
lugar, la candidatura de Guindos. Se trata de recuperar el terreno
perdido.
A cambio de qué
Para
ello, obviamente, la diplomacia española habrá movido sus tentáculos
para alcanzar el objetivo final, la vicepresidencia del BCE, en este
caso en la figura del ministro de Economía. El problema es a cambio de
qué.
Y es en el análisis de estas cuestiones geoestratégicas donde
surgen mis dudas sobre la conveniencia o no del acceso de un español a
la vicepresidencia del regulador europeo. Si en el reparto de cromos
aupamos a la presidencia del BCE a un candidato cuya estrategia va en
contra de nuestro país, habremos hecho un pan como unas tortas. Y esto
es lo que nos debería preocupar.
Me
inquieta profundamente que la candidatura de Guindos sea un cambio de
cromos para garantizar la presidencia del BCE al candidato alemán, el
actual presidente del todopoderoso Bundesbank, Jens Weidmann.
Y ahí está el problema. El actual presidente del BCE, Mario Draghi,
a cada uno lo suyo, salvó el euro en julio de 2012, con su famosa frase
"haré lo que haya que hacer, y créanme, será suficiente".
Y es
justamente la expansión cuantitativa emprendida por el BCE, que contó
con la oposición de Alemania, unido a la relajación de la austeridad, lo
que permitió la recuperación de nuestro país. Nada que ver con las
medallas con las que se auto-condecoran Rajoy y sus muchachos. (...)
El principal acreedor del Tesoro español ya es el Banco
de España, lo que ha permitido refinanciar nuestra abultada deuda
soberana sin problemas. ¡Ah, por cierto, y sin inflación! De nuevo la
teoría ortodoxa vuelve a fallar. Pero volviendo a nuestro tema, ¿sabe
Rajoy que Wiedmann no hubiese permitido nada de lo que hizo por su
cuenta y riesgo el italiano Draghi?
¿Es consciente Rajoy que si Weidmann
mantuviera esta postura a fecha de hoy, España entraría en recesión
rápidamente? Por eso, cuidado con esas contrapartidas que huelen a
caramelo envenenado.
Y para complicar el panorama, ¿qué papel juega Emmanuel Macron,
defensor de un mercado de eurobonos (mutualización de la deuda), en
todo esto? La visión de Macron choca con la postura alemana.
¿No habrá
sido Lane el tapado francés y de la Europa del Sur? Si así hubiera sido,
se habría tratado de pura esquizofrenia. Son, sin duda, temas
apasionantes donde nada es lo que parece. Cuando ustedes abran este blog
ya estará todo decidido.
Pero permítanme un apunte final: el
patriotismo se demuestra no apoyando a una u otra persona para uno u
otro cargo, sino defendiendo las políticas que benefician a tu país. Y
con este posible intercambio de cromos no tengo tan claro que nos
interese la vicepresidencia del BCE." (Juan Laborda, Vox Populi, 20/02/18)
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