"Una sociedad que no puede garantizar la independencia económica de sus
jóvenes, pero tampoco de muchos adultos, es una sociedad fallida. Esta
falta de recursos, está generando serios problemas de frustración,
disfunciones psicológicas y falta de madurez, amén de revelar una incapacidad económica que va más allá de la coyuntura.
Las principales cifras económicas del segmento joven en España (datos de
2016) son desoladoras. Por un lado, la renta media del segmento de
población entre 16-29 años es de 9.373€/año (datos del INE). Ello nos
lleva a un salario bruto de 1029,3€/mes, con una tasa de paro del 33,9%.
La temporalidad en el empleo es la norma general,
con una tasa del 72,9%, frente al 27% en el conjunto de la economía.
Con ello, la incapacidad de emancipación es muy complicada, y por ello
la ratio es muy baja, apenas un 19,5% del total, siendo la edad media de
emancipación de 29 años (datos de Eurostat).
Las cifras económicas en el sector joven español son dramáticas
Pero hay algo más grave aún. Con datos del estudio del Injuve 2016 ( http://www.injuve.es/),
el 24% de los jóvenes supuestamente independizados sigue siendo
económicamente dependiente de sus padres, frente a un 14% en 2008, lo
que demuestra que esta supuesta salida de la crisis es falsa y toda la
propaganda alrededor de este modelo económico solo sirve para tapar el
verdadero drama social en el que estamos inmersos.
Las
preguntas que surgen son claras. ¿Por qué España tiene estos guarismos,
frente a la media de la UE cuyas cifras de temporalidad o salarios son
manifiestamente más favorables?. ¿Por qué en España los jóvenes, pero
también los menos jóvenes, no tienen acceso a viviendas con precios
asequibles para poder emanciparse?.
¿Por qué los jóvenes emplean más
años en formación que en la UE, y sin embargo no encuentran empleos
acorde con dicha formación?
¿Por qué somos tan diferentes a los principales países de la UE?
Las respuestas a todas estas preguntas, y muchas más, nos llevan a
dibujar un panorama realmente terrible. El esfuerzo en formación que
hacen las familias, pero también la sociedad en general, es baldío, a
pesar de la pléyade de malas universidades que pueblan la geografía
española. (...)
El problema surge, además, cuando tras el esfuerzo económico colectivo,
millones de jóvenes ven cerrada la vía de acceso al mundo laboral, salvo
trabajos basura con salarios de esclavitud, dilapidándose así millones
de euros gastados en formar a toda esta generación.
El estancamiento del crecimiento de la productividad
explica, con bastante exactitud, cuál es el tipo de trabajo que se
genera en España y cuál es el futuro salarial de un joven que se gradúa
en una gran parte de carreras o estudios de posgrado. (...)
Esta realidad supone un freno para el mal llamado crecimiento potencial
de la economía española, que casi nadie sabe qué significa realmente.
Pero lo que sí supone es una enorme frustración y fracaso colectivo.
Los
empleadores saben que tienen un ejército de reserva de jóvenes
relativamente formados, al menos sobre el papel de un curriculum,, por
lo que pueden disponer para vender comida a domicilio en bicicleta,
teleoperador o administrativo, y por supuesto la estrella: camareros/as
en bares, restaurantes o locales de ocio nocturno.
Los más aventajados, aquellos que optan por la vía de permanecer en los
centros de investigación, su realidad es casi peor. La ciencia en España
es despreciada de forma casi generalizada por gran parte de los poderes
públicos, salvo por algunos intentos bien intencionados como fue el
caso de Zapatero entre 2004 y 2010.
Como siempre, prima la regla de
gasto, que igual te suprime centros punteros de investigación
oncológica, como dinamita cualquier vestigio inversor en miles de
ayuntamientos saneados. Estamos ante la era absurda del ahorro por
decreto, sin importar cómo y en qué se ahorra.
Millones de jóvenes, pero también parados de larga duración mayores de 45 años, no podrán trabajar más.
El modelo de acumulación actual no es capaz de absorber toda la fuerza
laboral excedentaria porque las tasa de inversión actuales son
incompatibles con el pleno empleo.
Las sucesivas reformas laborales han
volatilizado el poder de negociación de los trabajadores y la sociedad
se ha acostumbrado a que las familias ejerzan de sustento económico
durante toda la vida, traspasando los derechos de padres a hijos,
abuelos y nietos.
El sistema te ata a la familia para que puedas
comer al menos una vez al día, y que no puedas pensar lo suficiente para
revelarte contra la tiranía de la pobreza relativa. De al pobreza
extrema ya se ocupa Cáritas o simplemente la vemos diariamente en las
calles.
El resumen es concluyente. Todo lo que hemos estudiado sobre pleno empleo, ley de Okun,
y demás teorías de corte neoclásico no sirve para nada. Seguimos
dilucidando cómo sostener la cantidad de trabajadores pobres y ociosos
que el propio sistema escupe diariamente. Una renta básica no, dicen los
liberales, porque fomenta la inactividad.
Pero un complemento salarial
sí, mientras los paguemos todos a escote porque que unos cuantos estén
entretenidos durante seis meses o un año. Todos son eufemismos para
esconder la verdadera palabra que nos aterra decir a nuestros hijos:
serás un parado perpetuo o un trabajador pobre dependiente de tus
progenitores para siempre. Vaya dilema." (Alejandro Inurrieta , Vox Populi, 04/12/17)
No hay comentarios:
Publicar un comentario