11.12.17

La próxima Gran Recesión probablemente cementará esta fusión de la economía digital con el Estado policiaco global

"La clase capitalista transnacional está invirtiendo miles de millones de dólares en la rápida digitalización del capitalismo global como salida para el excedente de su capital acumulado, a la vez que busca nuevas oportunidades de inversión en la construcción de un Estado policiaco global.  ¿Pero será suficiente la rápida expansión de estos dos sectores de la economía global para evitar otra crisis catastrófica?

Los datos económicos internacionales señalan, más bien, que la economía global está al borde de otro colapso.  Las condiciones estructurales subyacentes que desataron la Gran Recesión de 2008 siguen vigentes mientras la nueva ronda de reestructuración de la economía global ya en marcha tenderá a agravar las mismas.  Estas condiciones incluyen niveles sin precedente de desigualdad, de endeudamiento público y privado, y de especulación financiera.  

El detonante de una nueva crisis podría ser el estallido de la burbuja bursátil, sobre todo en el sector tecnológico, el impago de la deuda pública o de los hogares, o el estallido de una nueva conflagración militar internacional.

El débil crecimiento económico se ha mantenido desde 2008 gracias a los instrumentos monetarios tales como la “facilitación cuantitativa” y los rescates financieros, junto con una escalada de deuda de consumo, una oleada de inversión especulativa – sobre todo en el sector tecnológico – y niveles cada vez mayores de especulación financiera en el casino global.  Sin embargo, ahora los bancos centrales están llegando a los límites de los instrumentos monetarios.

En Estados Unidos, que desde hace tiempo ha servido de “mercado de última instancia” para la economía global, la deuda de los hogares está en su nivel más alto de su historia desde la postguerra.  Los hogares estadounidenses en 2016 debían casi $13 billones de dólares en préstamos estudiantiles, deuda de tarjetas de crédito, prestamos automovilísticos, e hipotecas.  

En casi todos los países de la OCDE la relación de ingresos a la deuda de los hogares se mantiene en niveles históricos y ha seguido en franco deterioro desde 2008.  El mercado global de bonos – un indicador de la deuda total gubernamental a nivel mundial – se ha disparado desde 2008 y ahora rebasa los $100 billones.

Mientras tanto, la brecha en la economía real y el “capital ficticio” se ensancha cada vez más mientras la especulación financiera se convierte en una espiral fuera de control.  

El producto mundial bruto, es decir, el valor total de los bienes y servicios producidos a nivel mundial, era de $75 billones en 2015, mientras la especulación en monedas ascendió ese año a $5.3 billones al día y el mercado global de derivados se estimó en unos alucinantes $1.2 trillones.  

Los más previsores entre la élite transnacional han expresado una creciente preocupación sobre la fragilidad de la economía global y el espectro del estancamiento crónico a largo plazo.  El ex-funcionario del Banco Mundial y de la Tesorería estadounidense, Lawrence Summers, advirtió el año pasado del “estancamiento secular” en la economía global, la que “ha entrado en territorio desconocido y peligroso”.  Sin embargo, estas élites no están dispuestas a reconocer el telón de fondo del malestar económico, como es el problema insoluble del capitalismo, la sobre-acumulación.

La economía global sigue adoleciendo del talón de Aquiles del capitalismo: la sobre-acumulación.  La polarización de los ingresos y la riqueza es endémica al capitalismo ya que la clase capitalista posee los medios de producir la riqueza y por ende se apropia en forma de ganancia la mayor cuota de la riqueza que produce colectivamente la sociedad.  

Si los capitalistas no pueden vender (o “descargar”) los productos de sus plantaciones, fábricas, y oficinas, no pueden sacar ganancia.  Esta polarización, si no se controla, resulta en crisis – en estancamiento, recesiones, depresiones y convulsiones sociales.

Al lanzarse a la globalización desde los 1970 y en adelante, la emergente clase capitalista transnacional, o CCT, logró eludir la intervención estatal en el mercado capitalista y socavar los programas redistributivos que habían sido establecidos a raíz de la Gran Depresión de 1930.  La CCT promovió una vasta reestructuración neo-liberal, la liberalización comercial y la integración a la economía mundial. 

 Las políticas públicas han sido reconfiguradas mediante la austeridad, los rescates, los subsidios corporativos, el endeudamiento gubernamental y el mercado global de bonos, todo lo que permite al Estado efectuar el traslado directo o indirecto de la riqueza de las clases trabajadoras a la CCT.

El resultado ha sido niveles sin precedente de desigualdad global que, lejos de disminuirse, se han disparado a un ritmo asombroso desde 2008.  De acuerdo con la agencia pro-desarrollo Oxfam, el uno por ciento de la humanidad controla más de la mitad de la riqueza del mundo y el 20 por ciento más rico posee el 94.5 por ciento de esa riqueza, mientras el restante 80 por ciento tiene que conformarse con tan solo el 5.5 por ciento. 

 Dada esta extrema concentración de la riqueza, el mercado global no puede absorber la producción de la economía global.  La Gran Recesión de 2008 marcó el inicio de una nueva crisis estructural de sobre-acumulación.  

Las corporaciones están inundadas de efectivo pero no tienen oportunidades de invertir ese efectivo rentablemente.  Las ganancias corporativas se dispararon a raíz de la crisis del 2008 y han llegado a niveles casi record al mismo tiempo que los niveles de inversión corporativa han disminuido.

En la medida que se va acumulando este capital no invertido, crecen enormes presiones para encontrar salidas para descargar el excedente.  El Trumpismo en Estados Unidos refleja una respuesta ultra-derechista a la crisis mundial que abarca un neo-liberalismo autoritario al lado de una movilización neo-fascista de los sectores descontentos, y a menudo nativistas, de la clase obrera.  Sin embargo, este neo-liberalismo represivo termina con restringir aún más el mercado y por lo tanto agrava la crisis subyacente de sobre-acumulación.

La CCT se ha dirigido a dos salidas para descargar el excedente.  Una es la acumulación militarizada.  Las guerras contra las drogas y el terrorismo, la construcción de los muros fronterizos, la expansión de los complejos prisión-industrial, los regímenes de deportación, los aparatos policiacos, militares y de seguridad, se convierten en fuentes importantes de generación de ganancias promovidas por el Estado. 

 El presupuesto del Pentágono se incrementó en un 91 por ciento en términos reales entre 1998 y 2011, mientras las ganancias de la industria militar casi se cuadruplicaron durante este período.  (...)

La otra salida ha sido una nueva oleada de especulación financiera en los años recientes, sobre todo en el sobrevalorado sector tecnológico.  El sector tecnológico está ahora en la vanguardia de la globalización capitalista e impulsa la digitalización de la economía global en su conjunto.   (...)

La economía mundial ahora está en el umbral de otro período de reestructuración masiva.  En el núcleo de esta reestructuración está la economía digital basada en una tecnología informática más avanzada, en la recolección, el procesamiento y el análisis de los datos, y en la aplicación de la digitalización a todos los aspectos de la sociedad global, incluyendo la guerra y la represión. (...)

Si bien el sector tecnológico que impulsa esta nueva revolución constituye solamente un pequeño porcentaje del producto bruto mundial, la digitalización abarca la economía global en su totalidad, desde la manufacturera y las finanzas a los servicios, y tanto en el sector formal como en el informal.  

Está en el mero eje de todos los procesos relacionados con la economía global, desde el control y la subcontratación de los trabajadores y la flexibilización de los procesos productivos, hasta los flujos financieros globales, la coordinación de las cadenas de suministro, subcontratación y tercerización, mantenimiento de registros, comercialización (“marketing”) y ventas.  (...)

la economía digital acelerará la tendencia hacia un cada vez mayor desempleo y subempleo junto con una mayor ampliación del empleo precario y casual.  Estamos a punto de ver la aniquilación digital de mayores sectores de la economía global.  Cualquier cosa puede ser digitalizada y toda cosa será sometida a la misma. 

 La automación se extiende actualmente de la industria y las finanzas a todas las ramas de los servicios, aun a la comida rápida y a la agricultura, en la medida que los miembros de la CCT buscan bajar los salarios y ganarle a la competencia. 

 Se espera que la automación incluso reemplace a mucho trabajo profesional, tales como los abogados, los analistas financieros, los médicos, periodistas, contadores, evaluadores de riesgos, y los bibliotecarios. En Estados Unidos el incremento neto de puestos de trabajo desde 2008 ha sido casi exclusivamente de acuerdos laborales inestables y mal remunerados.   (...)

La digitalización hace posible la creación de un Estado policiaco global.  En la medida que dicha digitalización resulta en una mayor concentración de capital y agudiza la polarización, los grupos dominantes recurren a la aplicación de las nuevas tecnologías de control social de masas frente a la resistencia entre los precarizados y los marginados.  

La función dual de acumulación y del control social se realiza con la militarización de la sociedad civil y la mezcla entre la aplicación militar y civil del armamento avanzado, sistemas de rastreo, de vigilancia, y de seguridad.   (...)

En este contexto, el surgimiento de la economía digital parece fusionar tres fracciones de capital alrededor de un proceso integral de especulación financiera y acumulación militarizada en el cual la CCT está descargando miles de millones de dólares en excedente de capital acumulado mientras apuestan en las oportunidades de inversión que ofrece un Estado policiaco global.  (...)

La próxima Gran Recesión probablemente cementará esta fusión de la economía digital con el Estado policiaco global, si es que no hay un cambio de rumbo impuesto sobre el sistema por la movilización de masa y la lucha popular desde abajo."                      (William I. Robinson , Profesor de Sociología, Universidad de California-Santa Bárbara, Alainet, 20/11/17)

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