"(...) el recién publicado Informe del Estado de la Pobreza en España 2017 no deja duda: la recuperación económica no llega al grueso de la población (...)
El informe certifica quiénes son los protagonistas más desfavorecidos de
esta historia: “Cuando amenaza crisis, los daños comienzan siempre por
la población pobre y, cuando se controla, ésta es la última en
beneficiarse”. Resulta chocante que, en el momento de recuperación, la
tasa de pobreza entre la población española alcance máximo históricos
desde que se toma registro con la actual metodología.
Para el año 2016
queda fijada en un 22,3%, lo que implica que en España hay 10.382.000
personas en riesgo de pobreza. El porcentaje subió abrumadoramente en
los momentos de más recortes, en la bisagra de 2013 y 2014 (+1,8% sólo
en un año), y se ha estancado en sus límites superiores. (...)
Es decir, la pobreza en España lleva instalada por encima del 20% desde
hace una década, mientras que se da un flujo de personas en riesgo de
pobreza y/o exclusión constante. Durante la crisis, la estabilidad se ha
roto con la entrada de nuevos perfiles en los riesgos de exclusión,
fruto del desempleo, los desahucios, la precariedad…
Así lo evidencian
los tercos datos estadísticos: la única intervención en los últimos años
por parte del Estado central ha sido el recorte de derechos básicos,
constriñendo la situación de la población; esta intervención negativa
desencadenó un efecto inmediato: un incremento de la tasa de pobreza en
España, que pasó del ya elevado 19,8% de 2008 hasta el 22,2% de 2014. A
partir de ese punto no se ha puesto en marcha ninguna política de
corrección, por lo que la pobreza en España vuelve a enarbolar la tasa estática
que postula la investigadora Aroa Tejero, ahora en datos superiores y
con pocos visos de mejora en un futuro cercano.
La excusa perfecta para
un gobierno impasible en sus políticas sociales: “Como la tasa de
pobreza es estática, no podemos hacer nada para aminorarla. Así que no
hacemos nada”. Pero asumir que esa tasa en España es estática sólo
responde a una completa inacción para paliarla, lo cual resulta
difícilmente ajustable al mensaje de recuperación económica que
efectivamente impera.
Al mismo tiempo, se ha dado una inversión entre los grupos más
afectados: ahora son los jóvenes entre 16 y 29 años los que registran
mayor tasa de pobreza, con un 28,9% en 2016. Esto responde a un descenso
en la natalidad, así como a que los empleos que está creando la
supuesta recuperación son cada vez más precarios.
La contradicción la
remarca EAPN: hoy se trabaja más en los hogares, pero más hogares son
pobres. Aquí emerge el problema estructural más profundo que ha dejado
la crisis: la desregulación de las relaciones laborales implica el
desarrollo de una trayectoria laboral incierta, y, en la mayoría de los
casos, precaria, que aboca a una vida con tendencia a la penuria.
Cabe
recordar la contradicción que supone el hecho de que el umbral de riesgo
de pobreza para hogares de una persona queda fijado en 684 euros
mensuales, por encima del salario mínimo interprofesional español." (Jose A. Llosa (workforall), CTXT, 15/11/17)
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