19.10.17

La migración de bienes de producción y de riqueza hacia Alemania se ha convertido en un factor de desintegración de la Unión Europea. Todo el potencial industrial del sur de Europa es aspirado por Alemania


"Cuando Emmanuel Macron presenta su proyecto de refundación europea, el economista David Cayla, profesor de la Universidad de Angers y co-autor de un libro sobre El final de la Unión Europea , repasa los debates sobre el relanzamiento de la Unión que proponen los círculos de poder. 
Para él, este frenesí de iniciativas enmascara de hecho la impotencia de Europa. Los problemas estructurales de la integración europea han provocado el declive industrial y económico del sur de Europa en favor de Alemania. (...)

Desde su elección, Emmanuel Macron presiona para una reforma de la zona del euro. Por su parte, Jean-Claude Juncker, ha presentado su plan de relanzamiento de la UE. ¿Cómo analiza estos dos proyectos tan diferentes? ¿Tienen uno u otro alguna posibilidad de frenar la crisis final de la UE que prevé?

Estos proyectos son un intento de respuesta después de un ciclo devastador para la Unión Europea, marcado por la crisis griega en enero-julio de 2015, la crisis de los refugiados de verano 2015 y el Brexit en junio de 2016. Después del terremoto causado por el Brexit, los europeos fueron incapaces en la Cumbre de Bratislava (Eslovaquia) [ de septiembre de 2016 - ed ] de dar ninguna respuesta. 
La crisis institucional de la Unión Europea salió a la luz en la cumbre y fuimos testigos de la creación de varias coaliciones de países: países mediterráneos, el Grupo de Visegrad que reúne a los países de Europa central y los países institucionalmente dominante agrupados alrededor de Alemania. 
Las instituciones actuales ya no son capaces de controlar las fuerzas centrífugas dentro de la Unión. Estos proyectos de reconstrucción que están surgiendo actualmente no tienen otro objetivo que salvar la cara, mostrar que la UE no está muerta.

Pero no tienen muchas posibilidades de éxito. Los defectos estructurales de la construcción europea han aumentado las divergencias económicas. Y estas se han convertido en el motor de las diferencias políticas. 
En su libro sobre el euro [ Cómo la moneda única amenaza el futuro de Europa (2016)] Joseph Stiglitz también insiste en que las disfunciones económicas son el motor de las divisiones políticas europeas. Así estamos. Nadie tiene los mismos intereses ni mira al futuro de la misma manera. (...)

Así que tal vez tengamos anuncios de reformas falsos, para poder decir que Europa continúa y se transforma. Pero este frenesí de proyectos es más probable que oculte la impotencia. Porque no va a cambiar gran cosa. (...)

En su libro pone especial énfasis en los efectos de la polarización que ha conllevado que la migración de bienes de producción y de riqueza hacia Alemania se haya convertido en un factor de desintegración de la Unión. Esta concentración ¿era previsible desde la creación de la Unión Europea?

Por supuesto, ¡todo ello era predecible! Muchos economistas, entre ellos el premio Nobel Paul Krugman, han estudiado estos fenómenos de concentración industrial en un sistema de libre comercio.
 La geografía económica estudia en particular cómo afectan los efectos de aglomeración en las grandes ciudades y las zonas rurales, y conducen a la polarización del espacio alrededor de un centro (metrópolis, rica región industrial ...) que atrae a los factores de la producción y el trabajo drenando las zonas periféricas. Por desgracia, estas teorías que advierten de estos riesgos han sido marginadas en los análisis económicos. (...)

Los problemas estructurales de la Unión Europea son el resultado del mercado único en 1986, que hizo posible la completa libertad del capital, la adopción del euro y la globalización. Gracias a su organización, su especialización industrial y un euro infravalorado para su economía, Alemania se ha convertido en el principal beneficiario de la UE. Otros países se agregan al motor alemán. 
Los Países Bajos, que tienen una tradición comercial, y en menor medida Bélgica (Flandes, principalmente) se benefician de esta concentración: las mercancías transitan por ellos. Después de la caída del muro, los fabricantes alemanes se aprovecharon de esta apertura para crear una zona de influencia manufacturera que integra a Polonia, la República Checa, Hungría, que también emergen hoy como ganadores del mercado único.

No se tomaron medidas a nivel de la UE para contrarrestar estos efectos de aglomeración y concentración. Todo el potencial industrial del sur de Europa, que se ha convertido en la periferia del centro, es aspirado por Alemania. Pero también afecta a Finlandia y los países bálticos, que han sido muy golpeado por la crisis de 2008-2009 y que son también países periféricos. Incluso el Reino Unido e Irlanda han entrado en una espiral de desindustrialización (véase el mapa) .

De hecho, la concentración llama a la concentración. El capital industrial de Europa es capturado por Alemania y los países del centro, mientras que los estados que se desindustrializan tienen que limitarse a invertir en turismo y bienes raíces. 
Se produce cierta especialización dentro de la Unión Europea. Pero no es lo mismo atraer fábricas, servicios de valor añadido y especializarse, como en España, en el sector inmobiliario turístico. Los beneficios económicos no son los mismos.

Por otra parte, una vez que la burbuja inmobiliaria explotó, España perdió en pocos años casi 500.000 residentes. Los países del sur de Europa ven partir a su juventud formada. La hemorragia fue particularmente violenta en Grecia, donde unos 400.000 griegos dejaron su país para trabajar en Europa, principalmente en Alemania. (...)

Alemania no tiene en realidad ningún interés en cambiar las reglas institucionales. Se beneficia de un sistema que se adapta a sus necesidades. Toda su problema es que funcione sin explotar. 
Su diplomacia discreta, sin embargo, es muy eficaz. Sabe que si habla, puede ser contra-productivo. Así que trata de hacer cuanto menos olas mejor y busca aliados, ejecutores interpuestos, en la Comisión Europea, en Francia, pero también en otros estados miembros. Pero, básicamente, no quiere moverse.

La única manera de salvar a Europa otra vez - si todavía es posible - es a través de las soluciones recomendadas por Michel Aglietta y Thomas Piketty, en concreto: crear un presupuesto federal importante, con un verdadero control democrático, para invertir fuertemente en las zonas periféricas damnificadas. 
Pero los alemanes no quieren. Rechazan cualquier idea de transferencia en la UE y posponen las cosas dejando que Francia presente sus planes de reforma, pero con la esperanza de que el actual sistema continúe, que la recuperación del crecimiento alivie las tensiones. Puede suceder un milagro... Por mi parte, creo que el mecanismo de autodestrucción está ya en marcha y que solo se puede ganar tiempo, de momento. Me pregunto si nuestros líderes son conscientes de ello.

Los partidarios de Europa, piensan que lo más difícil ya se ha pasado. Señalan que Europa ha superado la crisis del euro, el Brexit, las oleadas populistas. Creen que no quedan obstáculos para avanzar de nuevo.

La amenaza de un estallido de Europa sigue ahí. La crisis del euro no se ha resuelto, en contra de lo que los círculos de poder piensan. Además, las fuerzas centrífugas que actúan dentro de la UE son cada vez más fuertes.
 La falta de solidaridad se hace evidente. Cada vez más países adoptan estrategias no cooperativas. Estamos en presencia de una desintegración de la normativa europea, cada país va por su lado, según su interés nacional.(...)

Hay otro fenómeno que creo que es importante recalcar. Es la manera como Polonia y Hungría han reformado sus sistemas judiciales, recortando su independencia. (...)

Ahora, sin decirlo, ambos países están en un proceso de abandono del orden jurídico europeo que permita a sus sistemas judiciales nacionales no aplicar las normas de la UE. (...)

Tal vez más que la crisis del euro, la verdadera amenaza de estallido de la UE es este derrumbe del andamiaje jurídico de la Unión. Si mañana Italia anuncia una reforma legal que le permita eludir la legislación europea para recurrir a medidas proteccionistas, sería el final del mercado único y de la Unión, sin que se anuncie oficialmente. Este supuesto no es solo producto de la imaginación. 
Cuando Montebourg hizo sus propuestas sobre “Made in France”, pidió que el 80% de la contratación pública quedase reservada para las empresas nacionales. Tal disposición es evidentemente contraria a la ley de la UE. Del mismo modo, la estrategia de desobediencia las normas europeas propuesta por Jean-Luc Mélenchon solo se podría implementar como parte de una reforma del sistema legal francés para eludir los tratados.
 La tentación de dar la espalda a la legislación europea existe en todas partes. Si se aplicase no solo para desafiar la distribución de los refugiados, sino también las reglas del mercado único, sería de hecho el final de la Unión Europea." (David Cayla , profesor de la Universidad de Angers, Francia, y co-autor de un libro sobre El final de la Unión Europea. Mediapart, en Sin Permiso, 04/10/17)

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