18.10.17

La cuestión relevante no es cómo la riqueza crea ricos, sino cómo la riqueza crea pobres. En este sentido, propongo un programa de empleo garantizado y un salario mínimo incondicional y socialmente inclusivo...

"(...) ¿Qué hay de la idea de que en un mundo globalizado los Estados nación ya no son relevantes? 

En el libro [Thomas Fazi y yo] sostenemos la tesis de que a partir de la década de 1970 la izquierda había llegado a asumir la tesis errónea de que la globalización había vaciado a los Estados de su poder. Podríamos decir que la derecha convenció a la izquierda de que el Estado era irrelevante, pero ellos sabían que era muy poderoso y, de hecho, se lanzaron a cooptarlo y utilizarlo para sus propios intereses.

 De hecho, todos los aspectos trascendentales de la transición neoliberal se han realizado desde el Estado: la desregulación del mercado de trabajo, la liberalización de los mercados de capital, la abolición de los controles de cambio, las privatizaciones, los tratados de libre comercio, etc.

La agenda neoliberal funciona privatizando las ganancias y socializando las pérdidas. Cuando las cosas se ponen difíciles son los Estados los que utilizan sus prerrogativas para pagar la factura y transferirla a la ciudadanía

Pero, si eso se puede hacer en favor de los ricos, nosotros también podemos utilizar el Estado para un proceso inverso: negándonos a que los acuerdos de libre comercio contengan cláusulas sobre tribunales de arbitraje, nacionalizando las infraestructuras que han sido privatizadas, etc. Irónicamente, la única que no entiende esto es la izquierda.

¿Qué medidas tendría que adoptar un gobierno de izquierdas? ¿Nos podrías hablar de vuestras propuestas? 

Para los países que están en el euro yo propondría abandonarlo y a ser posible con un domingo por la noche [Risas]. Pero, para todos los países en general, lo primero que hay que hacer es reorientar el propósito del Estado. En palabras de Jeremy Corbyn, este debe ser puesto al servicio de “los muchos y no de los pocos”. 

La cuestión relevante no es cómo la riqueza crea ricos, sino cómo la riqueza crea pobres. Los efectos nocivos de esta era de neoliberalismo se han dejado sentir en la consolidación del desempleo, subempleo y precariedad masivos, en el retraimiento de los salarios y en los ataques a las condiciones de trabajo. 

Pero el Estado tiene que velar por la dignidad del trabajo. En este sentido, propongo un programa de empleo garantizado y un salario mínimo incondicional y socialmente inclusivo. 

También es necesario reformar el sistema financiero para eliminar todos los productos financieros que no benefician la actividad productiva. Un mero 2% de las transacciones financieras benefician a la economía real, el resto son jugadas de casino que van en detrimento del bienestar social. Tenemos que obligar a los bancos a que sean verdaderamente bancos y no salas de juegos

Debemos también contemplar la nacionalización de la banca o, en todo caso, la creación de un fuerte sector bancario público. Igualmente, los fondos de pensiones tendrían que ser nacionalizados. Se debería contar con un parque de viviendas pública con alquileres asumibles y de buena calidad. 

El sector público debe volver a tener una activa política industrial, en concreto, desarrollando las energías renovables. Asimismo, servicios básicos como el agua o la electricidad tienen que ser nacionalizados. En el libro pueden encontrarse muchas más propuestas, hemos puesto decenas.
Una pregunta que encontraréis polémica pero que, en el contexto de ascenso de la ultraderecha, hay que aclarar: ¿Tiene algo que ver vuestro llamamiento a la soberanía nacional con el nacionalismo? ¿No hay una contradicción para la izquierda entre la defensa de la soberanía nacional y el internacionalismo? 

Los Estados nación son fundamentales para que haya internacionalismo: es decir, que un grupo de Estados se agrupe para un bien mayor. En caso contrario, lo que tenemos es “supranacionalismo”, que es lo que tenemos en Europa, donde las decisiones se toman a un nivel superior, pero sin ningún control democrático desde abajo. 

Hay una mentalidad de guerra fría donde se ensalza el “internacionalismo” sin cuestionarse qué quiere decir en términos prácticos. Si queremos un área monetaria óptima, ¿quién decide qué moneda vamos a emitir?, ¿qué banco central supervisará el sistema? ¿cómo va a funcional el Tesoro federal? Si nadie lo decide, entonces estamos ante un área monetaria disfuncional, que es precisamente lo que observamos en Europa.

 Una de las razones por las que la izquierda se ha aferrado al internacionalismo es porque la izquierda rechaza tajantemente la xenofobia, el fascismo y el nacionalismo, que es precisamente con lo que nos encontramos ahora. Reclamar el Estado nación no tiene nada que ver ni con la xenofobia, ni el fascismo.

 Hay un anhelo popular legítimo de mayor soberanía nacional, pero hasta ahora las fuerzas que mejor han sabido formularlo han sido los populistas reaccionarios de derechas. La gente anhela controlar sus vidas. Esto lo han utilizado las campañas del Brexit y de Trump.(...)"                (Entrevista a Bill Mitchel, Marta Luengo  , El Salto, 15/10/17)

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