"La publicación de los informes recurrentes que realiza Cáritas, y en
especial los de la Fundación Foessa, cada vez despiertan menos debate
público, a pesar de la crudeza de los resultados. (...)
Sin embargo, tanto los medios de comunicación de titularidad financiera,
la mayoría, como los economistas de cabecera del actual ejecutivo,
junto al propio ministro Montoro, han logrado que cale una idea fuerza:
las estadísticas de Cáritas son técnicamente erróneas, por los que sus
análisis están sesgados y carecen de rigor económico. (...)
Curiosamente estos puristas, en sus endogámicos artículos que se solo
leen y se citan entre la comunidad reducida de académicos, utilizan
encuestas cuanto menos igual de cuestionables, como son la Encuesta de
Condiciones de Vida o la Encuesta de Presupuestos Familiares que elabora
el INE.
Pero para ellos, los resultados que obtienen satisfacen los
apriorismos que persiguen: que las condiciones de vida y consumo han
mejorado sustancialmente para gran parte de la población. Y por
supuesto, que la desigualdad ha mejorado notablemente y que el mito de
la pobreza relativa prácticamente ha desaparecido de la realidad en
España.
En contraposición a este mundo de color pintado por los voceros del
régimen, y sus acólitos académicos, Foessa pinta un mundo muy diferente,
y probablemente más real, simplemente saliendo de las zonas nobles de
las grandes ciudades en España. La primera conclusión que tratan de
contradecir es el fechado del fin de la crisis.
Los ortodoxos de la
macroeconomía han fechado en 2014 el punto de inflexión de la crisis que
supuestamente comenzó en 2008. El PIB comenzó a crecer, lo hace
oficialmente a tasas superiores al 3%, aunque si supieran medirlo bien
el INE, tendríamos una tasa más cercana a la realidad, el empleo dejó de
destruirse y comenzó a crecer, aunque la Seguridad Social siga
ingresando menos que el incremento de la afiliación, y la tasa de paro
declinó, en parte por el descenso de la actividad.
Estas variables han
sido suficiente para santificar que se ha acabado la era de sufrimiento,
pobreza y desigualdad que comenzó mucho antes de 2008, ya con la
anterior onda larga del capitalismo que seguimos sufriendo.
El informe de Foessa, realizado con un muestreo de 1300 familias en las
17 CCAA, aporta resultados que deberían ser escuchados y analizados con
algo más de altura de miras y menos desprecio intelectual, fruto de la
endogamia y mediocridad que asola hoy gran parte de la universidad y
política española. LA principal conclusión del informe es que 7 de cada
10 hogares no han notado la recuperación económica, y que ésta se ha
concentrado en el 10% de la población.
En su Análisis y Perspectivas 2017, vuelven a incidir que ni la pobreza,
ni la desigualdad han remitido, lo que es lógico si tenemos en cuenta
que los salarios que salen de la crisis son un 30% más bajos que los
anteriores, datos aproximados ante la deficiente estadística de salarios
que tenemos, y hay una gran desigualdad entre trabajadores de la
industria, de los servicios o entre hombres y mujeres.
Esto corrobora
uno de los corolarios de Cáritas que peor sienta entre políticos y
economistas neoclásicos: el crecimiento económico no es sinónimo de
desarrollo social.
Tal vez por eso, la pobreza, la desigualdad y la
exclusión no están en el debate social, ya que es más rentable hablar
continuamente de corrupción, terrorismo internacional o ahora en verano
de todos, fiestas populares y turismo de borrachera.
Las consecuencias más llamativas de esta situación es que el 50% de la
población no tiene una red de seguridad, un dato que empeora al de antes
de la crisis. Casi el 60% de los hogares no puede ahorra nada, un 20%
no podría aguantar tres meses en paro y un 60% del total no puede llegar
a final de mes. Además, un 40% carece de fondos para poder acometer
pagos sanitarios al margen de la Seguridad Social, pagar refuerzos
educativos, pagos energéticos o ayudar a algún miembro del hogar que
pierde su empleo.
En suma, un porcentaje no desdeñable está en riesgo de
exclusión social y no tiene ninguna red pública no familiar que pueda
sostenerlo. Todos estos resultados no salen en ninguna estadística
oficial, lo que sin duda sostiene la duda de este artículo, ¿a quién
debemos creer sobre la verdadera situación de la sociedad española, a
Cáritas o a la oficialidad?
Lo más grave de este informe es que la sociedad española ha entrado en
una fase de desconfianza y asunción de que la precariedad y la pobreza
ha venido para quedarse. Así, el 47% de los encuestados cree que la
situación se mantendrá dentro de 5 años y el 26% incluso cree que
empeorará.
Esto se traduce en un profundo descreimiento político que
llega a la creencia para el 75% de los encuestados que votar no sirve
para nada y más del 55% desconfía de las movilizaciones y de la
afiliación política.
En resumen, estamos ante una doble lectura social. La oficial que nos
canta lo bien que estamos y lo maravillosa que es nuestra vida precaria y
low cost, y otra, ligada a la Iglesia, que nos cuenta una realidad
manifiestamente diferente y más dura. Las estadísticas utilizadas son
distintas y la metodología de análisis también, por lo que es urgente
que alguien nos diga quién tiene razón.
Sin duda conociendo la calidad
de las estadísticas oficiales y quienes las interpretan, es más
higiénico leer a Foessa y constatar con nuestros vecinos del barrio que
las cosas cada vez están peor, siempre en términos relativos. A pesar de
ello, Foesaa y Cáritas seguirán siendo ridiculizadas por los
economistas como Rallo, Lacalle o ministros como Montoro. Pero eso
siempre es un honor.
Solo cuando España tenga un aparato estadístico, tanto económico como
social, potente, amplio y bien hecho, se podrán discutir con rigor los
verdaderos problemas económicos de este país. (...)" (Alejandro Inurrieta , Vox Populi, 26/06/17)
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