26.5.17

¿Ya sabemos qué pasó en el 15M? Fue el inicio de un nuevo ciclo político. Se ha dibujado un ecosistema nuevo

"La politóloga zaragozana Cristina Monge (1975) presenta esta semana 15M. Un movimiento político para democratizar la sociedad (editorial Prensas de la Universidad, Universidad de Zaragoza), un libro que tiene su origen en su tesis doctoral sobre los impactos del 15M en la gobernanza, la participación ciudadana y la calidad democrática (...)

¿Ya sabemos qué pasó en el 15M?

Empezamos a entender que fue el inicio de un nuevo ciclo político, eso que algunos han llamado acertadamente “la segunda transición”, que se diferencia fundamentalmente de la primera en que, mientras aquella puso el foco en asuntos de carácter institucional, jurídico y formal, esta probablemente es una apelación mucho mayor al conjunto de la sociedad.  (...)

Aquello fue el comienzo de un ciclo que ha cambiado de manera sustancial la política española, en la que han aparecido nuevos partidos y otros han desaparecido --o casi-- o se han reformado, y en el que ha habido impactos notables en el ámbito de la comunicación y en la economía, con el avance de fórmulas colaborativas muy en la línea del 15M. Se ha dibujado un ecosistema nuevo.

Sumando todos esos ámbitos hablaríamos de una revolución en toda regla, pero se trata de cambios que no han terminado. ¿No es precisamente el hecho de encontrarnos en un proceso de cambio lo que nos tiene alterados?

Claro. Estamos en una transición. De la del 75 salió un sistema de partidos que ha saltado por los aires, pero los datos no nos dicen que haya cristalizado uno nuevo. Ha cambiado sustancialmente el espacio de los medios de comunicación, pero todavía no hay una concreción consolidada de la alternativa a los medios tradicionales que veníamos conociendo. 

Ocurre lo mismo en la economía, en la que van surgiendo alternativas pero no podemos decir que se haya consolidado un nuevo modelo de empresa capaz de generar economía a una escala suficiente. Estamos en el “entre tanto”, en una transición, y eso es, efectivamente, lo que nos tiene nerviosos.

Si no acabamos de entender qué pasó, mal podremos aventurar qué va a ocurrir.

Sin embargo tenemos la certeza de que estamos en un momento de cambio. Y en los momentos de cambio aparecen muchos miedos: miedo a saber que lo que fue no será, a no saber qué viene ni cómo nos afectará. (...)

El franquismo basó su supervivencia en la consolidación de una amplia clase media, la misma para la que fue diseñado el sistema de la transición de 1975. Pero en 2011 fue esa misma clase media la que salió a las plazas. ¿Qué pasó?

A las plazas fueron jóvenes y no tan jóvenes; fundamentalmente, clases medias y gente formada. A esos jóvenes les habíamos dicho que se formaran. Ellos hicieron los deberes, se sacaron un grado y un máster y aprendieron un par de idiomas, pero de repente vieron que no podían acceder al trabajo: el 15M estalla con un 50% de desempleo juvenil, y cuando acceden al trabajo este es muy precario. Vieron que eso se había truncado y salieron a las plazas. 

Sus padres, indignados porque veían que eso se había truncado, les acompañaron. Y todo coincide con un momento en el que la corrupción repunta y en el que la respuesta neoliberal a la crisis hace aparecer a la clase política como alguien más preocupado de socorrer a las grandes corporaciones y las entidades financieras que de defender los intereses de los ciudadanos.

¿Eso fue lo que provocó el alejamiento entre ciudadanos y poderes?

El 15M evidencia que se ha abierto una brecha tremenda entre representantes y representados y que hay una incapacidad de comunicación y de comprensión por parte de unos y de otros. El “No nos representan” expresa el sentir de indignación de una parte de la población.

Seis años después del 15M, España bate al mismo tiempo sus récords de creación de riqueza y de pobreza. ¿Alguien no se ha enterado de lo que pasó en las plazas? ¿O es que los poderes carecen en la práctica de herramientas para intervenir?

Cuando estalla el 15M comienza un ciclo. Gente como Nicolas Sarkozy hablaba entonces de la necesidad de “reinventar el capitalismo”, que se ha reinventado, pero para defender sus intereses. La desigualdad ha crecido a pasos agigantados. Los ricos son cada vez más ricos, los pobres cada vez más pobres y las clases medias se reducen. 

Y cuando crece la desigualdad se ponen muchas cosas en peligro; entre otras, la propia democracia, que solo se puede dar con igualdad. Y, sin embargo, la gestión de la crisis se ha hecho en beneficio de los poderosos, lo que ha dado lugar a un sistema en el que la desigualdad es mayor.  (...)

¿Ese ‘participando que es gerundio’ no es algo difícil de implementar en la práctica?

¿Qué hace falta para que eso sea así? Primero, una sociedad muy formada y capaz de entender todas las decisiones que hay que tomar cada día; también se necesitan canales de comunicación ágiles, diseñar procesos de deliberación, etcétera. Se van dando pasos, pero estamos lejos. 

Si el objetivo es aumentar la calidad democrática, hay que seguir investigando y experimentando con procesos de prueba y error. El 15M hizo una aportación muy interesante con el concepto de “coproducción política”, con el que no se trata tanto de participar sino de cocrear. No consiste tanto en articular procesos de participación sino en ponerse a coproducir con la gente esos procesos.  (...)

¿El 15M tiene hijos? ¿Y herederos? ¿Quiénes son?

No se puede hablar de un 15M. Hubo muchos. Y también tuvo varios hijos, entre los que destacan las mareas y la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). A partir de ahí, en un nuevo ciclo, aparecen nuevos partidos.

 ¿Representan al 15M? Eso lo están discutiendo ellos. El 15M actúa como referencia, los hijos y los herederos son otra cosa, pero también tengo claro que Podemos y las candidaturas municipales de confluencia no existirían sin el 15M.  (...)"                (Entrevista a Cristina Monge, Eduardo Bayona, CTXT, 24/05/17)

No hay comentarios: