9.5.17

Hace 4 años el Partido Socialista francés lo tenia todo: la Presidencia, el primer ministro, la Cámara de los Diputados, el Senado, casi todas las regiones, la gran mayoría de las ciudades medias y grandes... hoy, su propia existencia está en riesgo. Sobresaliente...

"(...) Lo ocurrido con el PS francés es realmente para nota. Hace 4 años lo tenia todo: la Presidencia de la Republica, el primer ministro, mayoría absoluta en la Cámara de los Diputados, todas las presidencias de regiones menos la de Alsacia, la gran mayoría de los ayuntamientos de las ciudades medias y grandes, ¡y hasta la presidencia del Senado, cosa que no ocurría desde 1958!!. 

Y ahora, elección tras elección, lo ha perdido todo, o casi todo. Hasta su propia existencia está en riesgo.

Verdaderamente, hace falta el incurable optimismo antropológico del ex presidente Zapatero para decir que no hay tal crisis de la socialdemocracia, como mantenía recientemente en un coloquio en Madrid con Jefrey Sachs . 

Bastaría cambiar de líder y poner a menganita en vez de fulanito para volver a cosechar victorias electorales. Claro que en materia de previsión de las crisis Zapatero ha dado suficientes muestras de miopía. ¿Recuerdan aquello de “¿crisis, que crisis?” hasta que en el 2010 se nos cayó la austeridad encima?.

No, lo que le ha ocurrido al PS en Francia no es sólo culpa de los múltiples errores de F. Hollande. Sin duda han contribuido a la debacle, pero hay un problema de fondo relacionado con la transformación social provocada por la crisis y las carencias de la construcción europea. En Francia y en toda Europa.

Como quedó claro en el seminario del San Anthony’s, la izquierda clásica o “ de gobierno”, ha abandonado su critica del capitalismo, terreno que ha ocupado la izquierda emergente. Y no ha sabido, o podido, combinar su agenda social con la apertura al mundo y la integración europea. La derecha, sobre todo en países como Holanda, Francia y el Reino Unido, ha capitalizado la demanda de seguridad ante los nuevos problemas, inmigración, terrorismo, del mundo globalizado.

Y ahora se enfrenta a una fragmentación del paisaje político, la ruptura de las referencias sociológico-políticas tradicionales y el cuestionamiento de los grandes partidos-organización que han vertebrado la política europea desde la postguerra mundial.

 En el nuevo paisaje político aparece una izquierda que se percibe como audaz pero no realista, junto a otra que es realista pero le falta la dosis mínima de audacia para cuestionar algunos elementos del orden establecido, entre ellos los que derivan de una globalización mal regulada. 

Y además hay un importante gap generacional, entre los más jóvenes, que en España no vivieron la transición y no la valoran, y los más viejos que se plantean sobre todo la defensa de lo adquirido. (...)"              (Josep Borrell, República.com, 05/05/17)

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