"(...) las posibles consecuencias políticas dañinas de esa salida del euro;
especialmente, la paralización y posible desaparición de la UE o, más
probablemente, su reconversión en un club restringido de países ricos
ajenos a toda propuesta de cohesión y cooperación con la mayoría de sus
antiguos socios.
Convendría comenzar indicando los temas que sería necesario tener en cuenta para llegar a cualquier tipo de conclusión sobre las ventajas e inconvenientes que se derivarían de la propuesta de salir del euro. (...)
Convendría comenzar indicando los temas que sería necesario tener en cuenta para llegar a cualquier tipo de conclusión sobre las ventajas e inconvenientes que se derivarían de la propuesta de salir del euro. (...)
Primero. Los costes de la salida del euro. Los agentes económicos
públicos y privados fuertemente endeudados del país que adoptara la
decisión de salir de la eurozona tendrían que bregar con un aumento
automático de su deuda externa nominada en euros, que aumentaría en la
misma proporción que se devaluara la nueva moneda nacional.
Al tiempo,
se produciría un aumento considerable de las tasas de interés y, por
tanto, de los costes financieros que deberían pagar los deudores. Las
consecuencias de esos impactos serían el fuerte alza del servicio de la
deuda, más dificultades para atender los pagos a los acreedores y crisis
de solvencia de los agentes más endeudados. Téngase en cuenta, como
ejemplo, que la deuda exterior bruta de las administraciones públicas,
empresas no bancarias y hogares suma en el caso español nada menos que
un 250% del PIB.
Segundo. Las consecuencias de un régimen cambiario flexible. Los problemas de la salida del euro no terminarían en el alza, probablemente inasumible, de la deuda y los costes financieros. Habría que considerar a continuación, los previsibles efectos del régimen cambiario flexible que afectaría a la nueva moneda nacional.
Segundo. Las consecuencias de un régimen cambiario flexible. Los problemas de la salida del euro no terminarían en el alza, probablemente inasumible, de la deuda y los costes financieros. Habría que considerar a continuación, los previsibles efectos del régimen cambiario flexible que afectaría a la nueva moneda nacional.
Desde hace algunos años, las
tasas de cambio de cualquier divisa están más influidas por los flujos
internacionales de capitales que por la situación de la balanza por
cuenta corriente. Así, el euro, a pesar de su relevancia internacional y
de contar con un relativamente importante excedente exterior, se
deprecia frente al dólar en los últimos años.
Tal fenómeno implica que
las divisas de los pequeños o medianos países están sometidas a
movimientos desestabilizadores de flujos de capital cada vez más grandes
como consecuencia de políticas monetarias expansivas que han
multiplicado por 6 la base monetaria mundial en los últimos 15 años.
Tercero. Los efectos de la devaluación sobre la balanza comercial. Para afirmar que una devaluación tiene efectos positivos sobre el comercio exterior y el crecimiento habría que realizar un análisis más fino o sofisticado de, al menos, tres variables: la elasticidad-precio del comercio exterior, la capacidad de la oferta productiva doméstica para responder al aumento de la demanda y la naturaleza de los bienes importados.
Efectivamente, solo en la medida que las importaciones y exportaciones fueran suficientemente sensibles a las variaciones de los precios se podría lograr que el aumento de las exportaciones, como consecuencia de la devaluación, compense el aumento del precio de las importaciones. Si no fuera así y la elasticidad-precio del comercio exterior fuera débil, la balanza comercial apenas mejoraría o, incluso, podría empeorar.
Tercero. Los efectos de la devaluación sobre la balanza comercial. Para afirmar que una devaluación tiene efectos positivos sobre el comercio exterior y el crecimiento habría que realizar un análisis más fino o sofisticado de, al menos, tres variables: la elasticidad-precio del comercio exterior, la capacidad de la oferta productiva doméstica para responder al aumento de la demanda y la naturaleza de los bienes importados.
Efectivamente, solo en la medida que las importaciones y exportaciones fueran suficientemente sensibles a las variaciones de los precios se podría lograr que el aumento de las exportaciones, como consecuencia de la devaluación, compense el aumento del precio de las importaciones. Si no fuera así y la elasticidad-precio del comercio exterior fuera débil, la balanza comercial apenas mejoraría o, incluso, podría empeorar.
Algo similar podría decirse de la capacidad no
utilizada del aparato productivo o de la existencia de fuerza de trabajo
no empleada, porque si la oferta productiva doméstica no puede
responder con celeridad y eficacia al aumento de la demanda interna se
originaría un aumento en valor de las importaciones que acabaría
estrangulando el crecimiento. Por último, habría que examinar la
naturaleza de los bienes importados.
En la medida que los bienes
comprados en el exterior sean productos energéticos, bienes de inversión
que incorporan elevados niveles tecnológicos o servicios sofisticados a
las empresas, la devaluación supondría empobrecimiento tecnológico,
mayores desequilibrios de la balanza comercial e inflación importada.
Lo
mismo ocurre cuando la producción manufacturera doméstica forma parte
de largas cadenas de valor (consecuencia de dividir los procesos de
producción de los diferentes componentes y piezas del producto en
múltiples localizaciones) que exigen importaciones para aumentar la
producción y las exportaciones.
El sector de automoción en España sería
el más claro ejemplo de la débil capacidad de sustituir las
importaciones por producción doméstica. En todo caso, hay que reconocer
que resulta muy difícil cuantificar el resultado final del doble impacto
sobre exportaciones e importaciones de una devaluación, pero también
que en ningún caso hay que dar por hecho esa relación causal, tan simple
como errónea, entre devaluación y mejora de la balanza comercial.
Cuarto. La opinión de la mayoría social. Un punto clave que es obligado considerar cuando se trata de proponer algo tan tajante y repleto de riesgos e incertidumbres como la salida del euro y la UE es conocer la opinión de la mayoría social del país sobre esa opción, cómo interpreta lo que ofrece y lo que quita, no solo en términos económicos, la pertenencia a la eurozona y a la UE y cómo percibe las posibilidades de otras opciones, como la de cambiar el rumbo, reformar las instituciones comunitarias y aplicar políticas que favorezcan y protejan a la ciudadanía.
Cuarto. La opinión de la mayoría social. Un punto clave que es obligado considerar cuando se trata de proponer algo tan tajante y repleto de riesgos e incertidumbres como la salida del euro y la UE es conocer la opinión de la mayoría social del país sobre esa opción, cómo interpreta lo que ofrece y lo que quita, no solo en términos económicos, la pertenencia a la eurozona y a la UE y cómo percibe las posibilidades de otras opciones, como la de cambiar el rumbo, reformar las instituciones comunitarias y aplicar políticas que favorezcan y protejan a la ciudadanía.
Piénsese, por ejemplo, en el caso extremo de
Grecia y el encarnizamiento con el que las instituciones europeas han
tratado al pueblo griego con el único propósito de hacer evidente su
voluntad de derrotar una propuesta económica alternativa que pudiera
tomar vuelo en otros países del sur de la eurozona. (...)
En resumen y para terminar, convendría reconocer que la salida del euro
no es una buena solución ni, menos aún, una opción exenta de problemas y
costes. No supone beneficios claros ni implica costes menores a los de
la permanencia, incluso en las condiciones actuales.
La desaparición del euro tendría unos costes enormes para todos los países que forman parte de la eurozona. Costes económicos, comerciales y financieros; también, costes políticos asociados al fracaso de un proyecto de unidad tan ambicioso. Por eso es tan difícil que la implosión de la eurozona se produzca, incluso considerando la posibilidad de que su desaparición se haga de forma ordenada y pactada entre los socios o que el avance de la extrema derecha continúe.
La desaparición del euro tendría unos costes enormes para todos los países que forman parte de la eurozona. Costes económicos, comerciales y financieros; también, costes políticos asociados al fracaso de un proyecto de unidad tan ambicioso. Por eso es tan difícil que la implosión de la eurozona se produzca, incluso considerando la posibilidad de que su desaparición se haga de forma ordenada y pactada entre los socios o que el avance de la extrema derecha continúe.
En mi opinión, no hay argumentos bastantes para plantear la salida del euro. Frente a los altos costes, riesgos e incertidumbres que conlleva la opción de salir del euro y de la UE sería más adecuado realizar una reflexión ponderada de los cambios que es necesario promover para que la permanencia en la eurozona ofrezca oportunidades de desarrollo y bienestar a todos los socios y a las mayorías sociales. La hegemonía conservadora y las políticas de austeridad no son un dato inmutable de la realidad.
Hay que apurar las posibilidades de trabajar a favor de un cambio de rumbo político que rompa con las políticas de austeridad impuestas por las instituciones europeas y el bloque de poder que domina esas instituciones.
Hay que construir amplias alianzas políticas y sociales
que disputen la hegemonía a la derecha y atraigan a la mayoría de las
fuerzas progresistas y de izquierdas a la tarea de conseguir un cambio
sustentado en la cooperación entre los socios, la defensa de la cohesión
económica, social y territorial y la subordinación de la economía a los
intereses de la mayoría social. (...)" (Gabriel Flores, economista, Espacio público, 21/03/17)
Como alternativa a la salida del euro y para conseguir la soberanía financiera: europeseta electrónica de circulación interna
Existe una descripción con mucho humor, de economía-ficción,
sobre los beneficiosos efectos que se producirían si en Italia, el gobierno
impusiera una moneda digital (allá por el 2020), para salir de la quiebra
económica y política a la que la permanencia en el euro habría llevado al país. El objetivo se conseguiría rápidamente.
Los únicos perjudicados, los
especuladores de la deuda. Ver: J. D. Alt: ‘Europa,
2020: una ucronía iluminadora’. http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=5467 )
Los artículos de Juan José R. Calaza (Juan José Santamaría y Juan Güell) muestran con
gran claridad las ventajas de una europeseta electrónica de circulación interna:
Para entender la europeseta electrónica. Qué es y, sobre todo, qué no es. Enlace: http://www.farodevigo.es/opinion/2012/12/02/entender-europeseta-electronica/720458.html
Para salir de la crisis sin salir del euro: España
debe emitir europesetas (electrónicas). Enlace: http://www.farodevigo.es/opinion/2011/11/27/salir-crisis-salir-euro-espana-debe-emitir-europesetas-electronicas/601154.html
Las europesetas electrónicas, complementarias al euro, estimularán el crédito sin efectos colaterales perversos. Enlace: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=165815
Juan Torres insiste en que es necesario emitir una moneda complementaria al euro. Sus artículos:
Marear la perdiz. Enlace: http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/02/08/andalucia/1360327224_588117.html
Hay alternativas, incluso dentro del euro.
Enlace: http://juantorreslopez.com/publicaciones/hay-alternativas-incluso-dentro-del-euro/
Más información en: 'Si Grecia, España, o
Andalucía emitiesen una moneda digital, respaldada por la energía solar
instalada en sus tejados, alcanzarían la soberanía financiera. La de dar
créditos a familias y empresas': http://comentariosdebombero.blogspot.com.es/2014/06/si-una-autonomia-o-una-gran-ciudad.html
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