"(...) Pero el blanco del primer ataque de Navarro no ha sido Pekín, sino
Alemania. Ya en su nuevo puesto, el economista señaló en una entrevista
que “el marco alemán implícito está fuertemente subvaluado”.
Según él,
Alemania se ha visto beneficiada de manera injustificada por la
subvaluación del euro. En 2015 el euro perdió más de 12 por ciento de su
valor frente al dólar. Por su parte, el valor de la divisa
estadounidense (comparado con una canasta de divisas) se incrementó 25
por ciento, lo que encareció las exportaciones estadounidenses y abarató
las de sus competidores como Alemania.
Alemania tiene hoy el
superávit en cuenta corriente más grande del mundo, superior a 9 por
ciento de su PIB. Su excedente se mantiene desde 2011 y con eso basta
para hacerse acreedora a las multas estipuladas en las reglas sobre
estabilidad macroeconómica de la eurozona. Pero el órgano encargado de
aplicar esas sanciones, la Comisión Europea, sólo ha sido capaz de
amonestar a Berlín cada año.
El superávit alemán es uno de los
desequilibrios más importantes en la economía global. Pero son varios
factores los que explican este descomunal superávit: desde una deprimida
norma salarial que incrementó la competitividad de las empresas del
sector exportador, hasta la mezcla de productos de alta tecnología que
constituyen la parte más importante de las exportaciones alemanas y para
las cuales la subvaluación del euro no es un factor determinante.
Hay
que reconocer que la combinación de políticas macroeconómicas a nivel
de la eurozona y al interior de Alemania también explican el abultado
superávit alemán. Por una parte, es bien sabido que Berlín impuso una
regla de austeridad fiscal en la eurozona, lo que ha contribuido de
manera decisiva a profundizar la crisis en Europa.
Por otra, al mantener
una política de presupuesto balanceado las autoridades en Berlín han
impedido absorber el superávit del sector privado a través de un déficit
del sector público. Esta combinación ha contribuido fuertemente al
monumental excedente en la cuenta corriente de Alemania.
Aun así, no es evidente que Berlín pueda ser catalogado como país
manipulador de la paridad cambiaria. La ley estadounidense fija cuatro
condiciones para colocar a un país en esa categoría.
Primero, debe
tratarse de un socio comercial mayor de Estados Unidos (con un volumen
comercial superior a 55 mil millones de dólares, mmdd).
Segundo, ese
país debe mantener un superávit comercial frente a Estados Unidos
superior a los 20 mmdd.
Tercero, debe tratarse de un país con un saldo
positivo en la cuenta corriente superior a 3 por ciento del PIB.
Cuarto
requisito: dicho país debe intervenir de manera persistente y unilateral
en los mercados de divisas para mantener la subvaluación.
Alemania
cumple los primeros tres requisitos, pero no el cuarto. Por eso, en su
respuesta a las declaraciones de Navarro, Ángela Merkel afirma sin
pestañear que Berlín no influye en las decisiones del Banco Central
Europeo (BCE).
Es cierto que la debilidad del euro ha sido
impulsada por la política expansionista que ha seguido el BCE para
reactivar la economía de la eurozona. No hay que olvidar que ese
instituto también ha mantenido en cero su tasa de interés y ha aplicado
su propia versión de la flexibilización cuantitativa (QE por sus siglas
en inglés). (...)
Al igual que la versión aplicada por la Reserva Federal, la postura del
BCE apoya la especulación, fomenta la creación de burbujas y aumenta la
desigualdad. Por eso esa política debe ser remplazada por una que incida
sobre el nivel de actividad de la economía real y no sólo del sector
financiero.
Y ese cambio debe venir acompañado de una nueva visión para
la política fiscal que hoy sigue secuestrada por los fanáticos de la
austeridad. Sin duda, todo eso requiere redibujar el paisaje político en
la eurozona para hacerlo más racional, algo que no se ve fácil y que
además no interesa al nuevo ocupante de la Casa Blanca." (Alejandro Nadal
, Sin Permiso, 09/02/2017)
No hay comentarios:
Publicar un comentario