29.7.16

Castells: ' El Brexit es la expresión concreta del hartazgo de los sectores populares con una eurocracia cada vez más arrogante y autoritaria'

"(...)  ¿Tenía que pasar?
 
Absolutamente. Estaba tan previsto que desde hace tres años he estado coordinando una investigación sobre las crisis europeas, incluyendo la crisis de legitimidad con un grupo de investigadores europeos con John Thompson de Cambridge y Michel Wieviorka de Paris.

 Una de mis previsiones era que si se hacían referéndums, en particular en el Reino Unido, habría una crisis institucional. El Brexit es la expresión concreta del hartazgo de los sectores populares con una eurocracia cada vez más arrogante y autoritaria. Es la hora del fuego, aunque está por ver si purificador o destructor. (...)

¿Qué se ha hecho mal? ¿Se va hacia la desintegración del proyecto europeo? 
 
Lo único cierto en estos momentos es la incertidumbre, pero eso ya es mucho en cuestiones que ya se consideraban resueltas, como es la integración europea. El proyecto europeo tiene un defecto de origen: el déficit democrático. 

Es un proyecto de las élites políticas y económicas en el que no se ha integrado ni las necesidades específicas de sectores populares, ni fórmulas de representación política efectiva, ni la construcción de una identidad europea reconocida como común. 

Y también hay problemas de diseño increíbles, como el de un euro insostenible. ¿Cómo puede hacerse una moneda común sin una política fiscal común, un régimen bancario común y enormes diferencias de productividad entre los países? 

  Cuando todo va más o menos bien, no molesta ser europeo, pero cuando hay crisis económica y hay que ayudar o repartir, o cuando hay crisis de refugiados de guerra, cada país se atrinchera en lo suyo. Los ciudadanos del mundo con una posición dominante son los que se lo pueden permitir. Los que se encuentran superados por la globalización y la supranacionalidad buscan recuperar los pocos mecanismos de control político que tienen en el marco del Estado nacional.

¿Podrá reinventarse? ¿Qué ha de hacerse para corregir esta situación?
 
Europa sólo sobrevivirá con un proceso de relegitimación democrática y construcción institucional de abajo a arriba. El Parlamento europeo tiene que ser central y mucho más representativo. Los grandes países como Alemania y Francia tienen que ser limitados en su hegemonía. Las políticas de solidaridad tienen que complementar las políticas de crecimiento. 

Y hay que decidir si se trata de una federación europea o simplemente de un mercado común y una alianza estratégica de estados que conservan sus prerrogativas. Lo primero, que sería deseable en mi opinión, sólo puede hacerse mediante un proceso lento de construcción de una identidad europea que, sin eliminar las identidades nacionales, sustente mecanismos de solidaridad sobre bases de consenso. 

Y los referéndums, tan denostados ahora, deben utilizarse como consultas no vinculantes para tomar el pulso de la opinión ciudadana.  (...)

¿Cómo imagina esa Unión Europea que puede renacer de las cenizas de Sant Joan?
 
Un Estado-red que no sea supranacional, sino co-nacional y asentado en políticas de solidaridad social y entre países, así como en procesos de construcción de una identidad europea que complemente sin subordinar las identidades nacionales. 

Mediante políticas como el programa Erasmus, integración de medios de comunicación, enseñanza de las lenguas europeas, un Schengen reforzado completado con un sistema de seguridad inteligente, una cultura digital compartida, redes culturales europeas, música pan-europea, torneos deportivos pan-europeos, vacaciones infantiles y turismo tercera edad por toda Europa.

 Asimismo, redes de ciudades con poderes de deliberación más allá de las instituciones nacionales. Sistemas de participación ciudadana por Internet, incluidas consultas y voto por Internet. 

Como usted dice, la política son emociones y el miedo se ha instalado en la conciencia de los ciudadanos, y no sólo en Europa…
 
Efectivamente, el miedo es la más potente y la más negativa de las emociones humanas. A lo que añadiré que son los europeístas y las élites quienes más practican la política del miedo. De hecho, impusieron la política de hechos consumados, como el euro, y luego amenazaron con toda clase de posibles catástrofes si los países o los ciudadanos querían invertir el proceso. 

A los partidarios del Brexit se les amenazó con una catástrofe económica, como se hizo con Syriza cuando los griegos desafiaron a Merkel. Esa política del miedo funciona a corto plazo, como ha ocurrido en las elecciones españolas. 

Pero someter a la gente en contra de su voluntad genera explosiones, como ocurrió con el Brexit en la noche de San Juan. Sobre todo cuando llega el Brexit y no pasa nada en la vida cotidiana de la gente.

Es un fenómeno que no sólo afecta a Europa. En el mundo occidental hay creciente sentimiento antiestablishment. En Estados Unidos, la candidatura de Donald Trump y el pulso que ha mantenido hasta el final Bernie Sanders con Hillary Clinton por la nominación es un claro exponente de ello...
 
Tiene toda la razón. El anti Unión Europea es una modalidad de un fenómeno más amplio y más profundo: la rebelión de las masas contra el establishment porque ya no se reconoce su legitimidad política. Sanders le disputó la nominación a Clinton con el apoyo de los veteranos de Occupy Wall Street. 

Y Trump puede llegar a presidente con el apoyo de la ola de indignación de los sectores populares, marginados por un capitalismo global que es cada vez menos productivo y más basado en la especulación financiera, con niveles de desigualdad social nunca conocidos hasta ahora, como demostro Piketty. 

Un ejemplo paradigmático es la resolución del juez europeo contra la querella de los afectados por las hipotecas leoninas de España, dándoles la razón como estafados por los bancos, pero absolviendo a la banca de la obligación de pagar lo que estafaron porque la estafa es de tal magnitud que, según la justicia europea, crearía graves desequilibrios macroeconómicos. Macroeconomía europea contra las necesidades de la gente: ese es el fundamento del antieuropeísmo popular.

La globalización, ¿cómo ha podido influir?
 
La Unión Europea es, para los pueblos de Europa, la expresión concreta de la globalización y la supranacionalidad. Por tanto, la resistencia a una globalización injusta toma la forma de una movilización contra esta Europa injusta, no contra una Europa de solidaridad.(...)"          (Manuel Castells, La Vanguardia, 20/07/16)

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