"(...) La
polémica sobre esta nueva era de letargo económico se ha organizado
alrededor de dos polos. Por un lado se discute si ya se agotaron las
posibilidades de una oleada de innovaciones técnicas capaz de sustentar
una nueva fase de acumulación de capital o si, por el contrario, estamos
en vísperas de una nueva revolución tecnológica.
La verdad es que entre
la realidad de la telefonía celular y las promesas demagógicas de los
fanáticos de las nanotecnologías hay una gran distancia. No es evidente
que viene en camino una nueva serie de tecnologías parecidas a la
máquina de vapor o el automóvil.
Estas innovaciones con justicia reciben
el nombre de innovaciones básicas, por haber transformado todo el
sistema económico. No sólo cambiaron la matriz de relaciones
inter-industriales de manera radical, sino redefinieron la construcción
de obras de infraestructura y reorganizaron el espacio público.
Pero no
se puede transformar el sistema económico cada cinco años, y por ello
muchos piensan que nada comparable existe en el horizonte tecnológico
actual. De acuerdo con esa visión el capitalismo estaría condenado a
sufrir un ritmo de expansión mediocre con innovaciones derivadas de
tecnologías introducidas hace décadas.
Para muchos otros analistas el estancamiento secular sería sólo una
consecuencia de la crisis financiera. Por ejemplo, Kenneth Rogoff y
Carmen Reinhart piensan que el festín de endeudamiento duró demasiado
como para pensar que las cicatrices podrían borrarse rápido y sin dolor.
Pero estos dos autores creen ingenuamente que antes de 2007 las
principales economías capitalistas gozaban en lo esencial de buena
salud. Para ellos, más allá de los abusos en el sector financiero, todo
marchaba más o menos bien.
En realidad la polarización del debate es artificial porque una nueva
oleada de innovaciones capaz de sostener un ritmo de crecimiento estable
necesitaría estructuras financieras adecuadas.
Esa es una de las
principales lecciones de la tesis de doctorado de Hyman Minsky sobre
inversiones inducidas y ciclos de negocios. Esa tesis se inició en
Harvard bajo la supervisión de Schumpeter, pero la muerte de este último
en 1950 obligó a Minsky a concluir la investigación bajo la dirección
de Leontief. (...)
De
esta insatisfacción con la teoría de los ciclos de Schumpeter nace el
minucioso análisis de Minsky sobre las fuentes de inestabilidad
asociadas a una economía en la que el sistema bancario comercial privado
se encarga de la tarea de creación monetaria.
Especialmente importante
para Minsky es la tendencia pro-cíclica de la actividad bancaria: cuando
las cosas van bien, el crédito se multiplica y se genera inestabilidad.
Al contrario, cuando todo pinta mal, el crédito se restringe y se hace
más pronunciada la caída en la inversión y el empleo. Por esta razón
Minsky está más cerca de las perspectivas de Keynes sobre la volatilidad
en las expectativas y la preferencia de liquidez.
Así las cosas, la polémica actual sobre el estancamiento secular no
puede limitarse a una discusión simplona sobre fuentes del cambio
técnico o sobre los efectos relacionados con la debacle financiera
iniciada en 2007.
Quizás el problema principal de esta polarización del
debate sobre estancamiento secular es que se deja de lado todo lo
relacionado con las causas estructurales de la crisis, comenzando con la
distribución del ingreso y el conflicto social derivado de la
desigualdad. Como si todo eso nada tuviera que ver con las perspectivas
futuras del capitalismo." (Alejandro Nadal, La Jornada, en Jaque al neocolonialismo, 30/03/16)
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