"No se ha impuesto al sistema financiero privado ninguna medida que
permitiera evitar el estallido de nuevas crisis. Los gobiernos, así como
las diferentes autoridades encargadas de velar por el respeto de las
reglamentaciones y su mejora, han atrasado en el tiempo o han suavizado
enormemente las pequeñas medidas anunciadas en 2008-2009.
Ha proseguido
la concentración bancaria y también las actividades de riesgo. Los 15 a
20 mayores bancos privados de Europa y los Estados Unidos han seguido
implicados en diferentes escándalos en relación con los préstamos
tóxicos, los créditos hipotecarios fraudulentos, la manipulación de los mercados de cambio, la manipulación de las tasas de interés
(en particular el Libor), la manipulación del mercado de la energía, la
evasión fiscal masiva, el blanqueo de dinero del crimen organizado,
etc.
Las autoridades se han contentado con imponer multas, generalmente
muy pequeñas en relación con los delitos cometidos y su impacto negativo
sobre las finanzas públicas, por no hablar del deterioro de las
condiciones de vida de centenares de millones de personas en todo el
mundo.
Responsables de organismos de control como Martin Wheatley, que
dirigía el Financial Conduct Authority en Londres, han sido despedidos
por intentar hacer el trabajo que se les había confiado y emitir
demasiadas críticas hacia el comportamiento de los bancos. (...)
Bancos que han sido nacionalizados con grandes gastos a fin de proteger
los intereses de sus grandes accionistas privados son vendidas de nuevo a
precios de saldo al sector privado, como el Royal Bank of Scotland en
el Reino Unido en 2015. El salvamento de RBS había costado 45 000
millones de libras, su reprivatización provocará probablemente una
pérdida de alrededor de 14 000 millones de libras. |3|
Es también el caso de SNS Reaal y de ABN Amro en los Países Bajos, de
Allied Irish Banks en Irlanda o de una parte del difunto Banco Espirito
Santo en Portugal. Las pérdidas para las finanzas públicas son enormes. (...)
Las políticas seguidas tanto por los bancos centrales como por los
gobiernos no han relanzado la inversión productiva. Las grandes empresas
privadas están sentadas sobre montañas de liquidez a un lado y otro del
Atlántico. Para las empresas no financieras
europeas, esto representa más de un billón de euros (1 000 000 000 000
€) que, en lugar de ser utilizados para aumentar las inversiones y la
producción, permanecen en la tesorería de las empresas.
Las empresas
utilizan masivamente sus beneficios para comprar sus propias acciones en
Bolsa a fin tanto de mantener las cotizaciones
al alza (o impedir su bajada) como de proporcionar a los accionistas
copiosos ingresos. Al mismo tiempo, la parte de los beneficios que sirve
para remunerar a los accionistas bajo la forma de dividendos continúa
aumentando, lo que refuerza por supuesto la tendencia a no invertir.
Está completamente claro que la política de los gobiernos y de los bancos centrales alimenta una burbuja especulativa
en los mercados bursátiles. Esta burbuja puede estallar en cualquier
momento. Ya ha comenzado en China en 2015 y se producirá en un momento u
otro en Europa y en los Estados Unidos. (...)
La victoria de una coalición de izquierdas antiausteritaria en Grecia en
enero de 2015 ha constituido una amenaza para el BCE, la Comisión
Europea, las grandes empresas y todos los demás gobiernos de la UE (no
solo los de la zona euro).
El BCE y todos los dirigentes europeos han
hecho de la derrota del proyecto de Syriza un objetivo central de sus
actividades y han conseguido sus fines en julio de 2015. El BCE ha
asfixiado literalmente al sistema financiero griego y al gobierno de
Tsipras para ponerles de rodillas. (...)" (
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