"(...) El origen de la deuda y de la crisis griega viene de antiguo. Ya Markaris decía que estaba en los juegos olímpicos de 2004:
el presupuesto era 2.400 millones de euros y se gastaron 11.500. Pero
son muchas más cosas: políticas neoliberales, especulación y corrupción
política.
Dice el Comité de la Verdad sobre la Deuda Pública en Grecia
que no se debió a un gasto público excesivo (siempre más bajo que otros
países de la eurozona), sino por el pago de altísimos tipos de interés y
el elevado gasto militar, la recapitalización estatal de los bancos
privados, las numerosas irregularidades contables y legales de las
instituciones europeas para endosar al estado griego los activos tóxicos
de la banca privada, entre otras causas.
Los préstamos del FMI a un
país en la situación de Grecia rompían la ley y buscaban proteger los
intereses privados de la banca y profundizar el modelo neoliberal
desmontando el estado de bienestar. Por todo ello, la califican de “ilegal, ilegítima, insostenible y odiosa” y plantean su impago.
El bipartidismo anteriormente imperante de Nueva Democracia y Pasok
fue aceptando sin rechistar el programa neoliberal de austeridad. Y se
ha convertido al país en un grave enfermo crónico sin ninguna
posibilidad de hacer otra cosa que estar eternamente dedicado a pagar,
no ya la deuda, sino el servicio de la misma, manteniendo a gran parte
de la ciudadanía en la miseria y desprovista de cualquier esperanza. (...)
En todo momento Alemania y los países del Eurogrupo han estado al
servicio de los intereses de los acreedores, sin aceptar ninguna
reestructuración, quita de la deuda o moratoria de pago, para
posibilitar el relanzamiento de la economía.
En el fondo la ruptura de
negociaciones no se produce por unos cuantos millones arriba o abajo,
sino para ejemplarizar con Grecia que nadie puede atreverse a intentar
recuperar su soberanía, a decidir democráticamente como pueblo. Saben de
sobra que es una deuda imposible de pagar, pero quieren evitar el
efecto dominó en otros países deudores.
Dice Habermas que “son los ciudadanos, y no los banqueros, los que deben decidir sobre el futuro de Europa”.
Y ese cambio de dinámica se puede abrir el 5 de julio, de ahí que se
amenace al pueblo griego con toda suerte de males apocalípticos si la
consulta popular rechaza las condiciones draconianas que les ofrecen.
No
importa que Tsipras diga que no quieren salir del euro, la mafia de la
UE-acreedores convierte el referéndum en un plebiscito sobre Europa y
sobre dracma o euro. Pero el miedo nunca puede ser una visión del mundo
para un pueblo.
Estamos hablando de un país que tiene a buena parte de su población
en la pobreza, durmiendo masivamente en la calle, con dificultades
alimenticias, sufriendo pobreza energética. Grecia no ha recibido ni un
euro en el último año de los 7.200 millones de su segundo rescate y ha
tenido que pagar 17.000 millones de vencimientos de la deuda.
El
gobierno de Syriza está maniatando para que no cumpla su programa
electoral con el que ganó las elecciones de enero de 2015, cuando Grecia demostró que ya no tenía miedo.
A pesar de ello, ha sacado varias leyes adelante para hacer frente a la
crisis humanitaria (paquete de ayudas de alimentación, techo y luz)
para más de 200.000 personas, la reapertura de la televisión pública, la
recontratación de 4.500 empleados públicos (como las limpiadoras del
ministerio de Finanzas).
Pero han tenido que aplazar importantes medias del programa de
Salónica: la subida del salario mínimo de 586 a 751 euros, la supresión
del controvertido impuesto inmobiliario (Enfia), la concesión de la
decimotercera paga a los pensionistas con menos de 700 euros, que son
más del 40%, la congelación o reversión de las privatizaciones (puertos y
aeropuertos) o la ley para conceder la nacionalidad a la segunda
generación de inmigrantes.
Ahora les piden para el acuerdo medidas que
perjudicarían a los trabajadores y pensionistas, recortes de sueldos
públicos y una subida del IVA al 23% a una población empobrecida.
Para Varoufakis, se han traspasado demasiadas líneas
rojas. Por eso advertía a los que creen que pueden humillar a Grecia,
que están jugando con fuego. Syriza ha afirmado por escrito “que
si la asfixia económica continúa y las cosas se llevan a un punto de
ruptura, nadie debe dudar de que el pago de los salarios y las pensiones
tiene prioridad absoluta sobre el pago de las cuotas de los préstamos.
Las personas están por encima de las deudas”.
Syriza sabe que van a por ellos, que tienen enemigos externos (la
Santa Alianza de la austeridad) e internos (la oposición). Confían, y
así lo dicen en el partido, en la solidaridad internacional (más escasa
de lo que debería de ser) y, en última instancia en el pueblo griego.
Eso es lo que han hecho ante la falta de flexibilidad de los acreedores,
ante el intento de romper a Syriza, de humillar a Grecia: llamar al
pueblo a consulta el 5 de julio, es decir, recurrir a la soberanía
popular y a la democracia directa.
Políticamente es más honesto que lo
que hicieron Zapatero y Rajoy, actuando como monaguillos del troika, al modificar el artículo 135 de la Constitución Española con nocturnidad y alevosía. (...)" (Agustín Moreno, Cuarto Poder, 01/07/2015)
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