27.3.15

Un 'impago desordenado' de la deuda española produciría un colapso global... no nos debería asustar esa opción

"(...) Desde el punto de vista técnico, en gran parte de los países de la Unión Europea el actual nivel de deuda es insostenible tanto para instituciones financieras, como para las empresas, administraciones públicas y familias.

Los préstamos contraídos no han sido eficientes desde el punto de vista económico, es decir, no han producido un resultado positivo que permita el pago de los intereses asociados a los mismos y la devolución del principal.

Cuando ocurre eso, solamente hay una salida y esta obligará a una profunda reestructuración de la deuda que, inevitablemente, debiera conllevar reducciones de la misma. No estamos ante un problema de liquidez puntual[3].

Pero la insostenibilidad técnica del pago de la deuda no es nuestro único argumento. Es la insostenibilidad social de su pago la que tenemos que poner encima de la mesa. Claro que se puede pagar la deuda. Basta con aplicar políticas como las de estos últimos años que subordinan los derechos económicos y sociales de los pueblos a la viabilidad financiera de la deuda.

Tener únicamente en cuenta la capacidad económica de reembolso de la deuda por parte de los países olvida de manera consciente el impacto que dicho pago tiene en los derechos humanos y económicos, sociales y culturales de la gente.

No sólo eso, sino que además la utilización de esa estrategia de “pagar a costa de los que jamás se beneficiaron de las burbujas financieras” no soluciona el problema sistémico del capitalismo.

Creer que las recetas aplicadas por las élites y que han empobrecido a millones de personas, solucionarán el agotamiento del crecimiento y la caída de la tasa de ganancia de unas empresas que compiten por “el último euro” y hasta la extenuación a costa de la clase trabajadora es, cuando menos, ingenuo.

Las políticas fiscales, monetarias y el control del sector financiero no solucionarán el problema del enorme volumen de deuda ya contraída por los agentes económicos. Abordarlo requerirá plantear, además de aspectos relacionados con los plazos de su devolución o las condiciones financieras de los préstamos, un enfoque de reducción de la deuda tanto pública como privada.

Cuando nos situamos ante esta alternativa, las clases dominantes y los economistas a su servicio asustan al pueblo con las consecuencias de una quita de la deuda. Alertan de lo que supondría “la quiebra de la seguridad jurídica” y las consecuencias dramáticas que ello aparejaría y que provocarían un efecto contrario al deseado.

Se considera que los mecanismos legales y económicos para arbitrar las quiebras cuando ocurren en el ámbito empresarial no son extensibles al sector público o las familias.

En definitiva, “las deudas hay que pagarlas” y no hay solución que no pase por encima de dicho axioma. Sin embargo, la experiencia histórica demuestra que no ha sido precisamente esa la práctica utilizada para resolver los problemas de sobre-endeudamiento[4].

Más aún, la adopción tardía de medidas en la dirección de reducir de manera suficiente el importe de las deudas para adecuarlas a la capacidad de pago han tenido consecuencias dramáticas para la estabilidad política Desterremos del imaginario colectivo la idea de que estamos ante obstáculos técnicos insalvables. Todos ellos pueden ser superados si los objetivos perseguidos y la voluntad política varían.

La cuestión no es si habrá o no reestructuración con reducción del monto de la deuda, sino en beneficio de quién se realizarán las operaciones de “restablecimiento de la sostenibilidad de la deuda”. No da igual “cualquier reestructuración o quita de la deuda”[5].

De hecho, reestructuraciones y rescates ha habido a docenas en los últimos años pero en beneficio de las élites financieras. Y saben que la situación actual requerirá abordar los montos de deuda y reducirlas y/o traspasarlas a la esfera pública.

Eso es un mecanismo puramente capitalista. De hecho, el plan de Dragui forma parte de la socialización de la deuda y de unas posibles pérdidas en caso de futuras quitas[6]. Forma parte de una estrategia y deberemos estar muy atentos a la hora de denunciarla.

Aunque hay quienes defienden procesos de “impago desordenado”, hay que tener en cuenta los efectos que esa actuación podría suponer. Es evidente que se desencadenaría un efecto “bola de nieve” de imprevisibles consecuencias desde el punto de vista político. Evidentemente, dado el volumen del endeudamiento del Estado español, se produciría un colapso global.

Aunque no nos asusta esa opción, debemos considerar que las consecuencias podrían no dejar claras las responsabilidades de lo ocurrido y los efectos negativos del mismo podrían no ser evidentes para la población. Por este motivo, la opción política adecuada es realizar un proceso de reestructuración y quitas de deuda mediante la realización de un proceso ordenado." (Marina Albiol, Carlos Sánchez Mato y Alberto Arregui , Economía para críticos e indignados, 20/03/2015)

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